En la clase del 7 de junio estuvimos hablando sobre los conflictos y cómo muchas veces nacen simplemente por ser distintos: tener diferentes opiniones, ideas, creencias o formas de ver la vida. Esto me hizo pensar mucho en todo lo que he vivido en el ambiente escolar, no solo como estudiante, sino también en mi rol de futura psicóloga educativa.
En este escrito quiero compartir mi visión personal de cómo se manifiestan algunos de esos factores en las relaciones dentro de la escuela. Voy a enfocarme en cinco situaciones que he observado o vivido de cerca, y también voy a proponer cómo creo que se podrían manejar mejor.
1. Opiniones diferentes – Alumno Alumno
Algo que pasa mucho es que los alumnos discuten por tener opiniones distintas, y en vez de escucharse, terminan peleando. A veces he visto cómo una simple diferencia en un trabajo en grupo se convierte en un problema mayor, solo porque uno quiere imponer su punto de vista.
Creo que el verdadero conflicto no está en pensar distinto, sino en no saber cómo expresarse con respeto.
¿Qué ayudaría aquí? Enseñar a los estudiantes a debatir sin atacar, a escuchar aunque no estén de acuerdo, y a ponerse en el lugar del otro.
2. Intereses en choque – Alumno Directivo
Recuerdo una vez que un grupo de estudiantes quiso organizar una actividad cultural y los directivos no la permitieron porque no estaba en el cronograma. Los alumnos se sintieron ignorados y hasta pensaron que no los valoraban.
Aquí el conflicto fue porque los intereses de ambas partes eran diferentes, pero no se buscó una solución en conjunto.
¿Cómo se puede manejar esto mejor? Dando espacios donde los estudiantes puedan participar en la toma de decisiones y sentirse escuchados, sin que eso signifique perder el control del centro.
3. Relación de poder – Alumno Profesor
En algunos casos, los conflictos se dan porque el profesor se posiciona como autoridad absoluta y no deja espacio para el diálogo. Eso hace que muchos alumnos se sientan intimidados o poco valorados.
He visto compañeros que prefieren quedarse callados en clase porque sienten que si dicen algo "mal", el profesor los va a regañar delante de todos.
¿Qué cambiaría esto? Que los profesores traten de acercarse más a los alumnos, que escuchen sin juzgar y que hagan sentir que la opinión del estudiante también importa.
4. Creencias personales – Profesor Familia
Uno de los temas más delicados. Hay familias que tienen ciertas creencias religiosas o culturales muy fuertes y no siempre están de acuerdo con lo que se enseña en la escuela. A veces eso genera tensiones con los profesores.
Lo importante aquí, en mi opinión, es buscar un punto medio sin imponer. Que ambas partes puedan hablar desde el respeto.
¿Cómo se puede lograr? Teniendo comunicación frecuente entre familia y escuela, siendo claros con los contenidos y abiertos a escuchar preocupaciones sin entrar en confrontación.
5. Gustos y preferencias – Alumno Alumna
He visto muchas veces cómo los niños excluyen a una compañera porque le gusta algo “que no es de niñas” o viceversa. También pasa que alguien tiene gustos diferentes y por eso lo etiquetan o lo dejan de lado.
Eso, aunque parezca mínimo, afecta mucho emocionalmente y crea un ambiente de rechazo.
¿Qué se puede hacer? Promover la inclusión y enseñar desde pequeños que no todos tienen que gustar de lo mismo, y que está bien ser diferente.
Mi conclusión personal
Después de pensar en todo esto, me doy cuenta de que los conflictos en la escuela no siempre son negativos. De hecho, si se manejan bien, pueden ser oportunidades para aprender y crecer. El problema aparece cuando no sabemos cómo enfrentarlos.
Creo firmemente que con empatía, diálogo, respeto y apertura, se pueden evitar muchos de los conflictos que vemos cada día en las aulas. Los centros educativos deben ser espacios donde se valore la diferencia y donde todos se sientan escuchados, sin importar su opinión o forma de pensar.
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